Amor

Dicen que el amor es indescriptible. Que no es posible narrarlo con total exactitud, sólo puede vivirse. Sin embargo Michael Haneke, en ‘Amour‘, ha estado muy cerca de captar su verdadera esencia. Lo pudimos ver ayer en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Porque el amor es comprender a la pareja por encima de todo. El amor está en la vejez, en la enfermedad. El amor es de dos, sin que ningún hijo ni vecino se intrometa en él. El amor es la paciencia infinita, la ausencia de lágrimas ante la muerte del compañero. El amor, lo sugiere Haneke, es ante todo un oficio de héroes.

La película que ha ganado la Palma de Oro en Cannes te abre en canal, te desangra, y luego deja que te marches a casa. Haneke usa muy pocos planos, no le hacen falta más. Puede pasar tres minutos mostrando a un hombre intentando atrapar una paloma. Pero hipnotiza. Tiene un don, el de la sugerencia, el dominio del sobreentendido que le permite cuadrar una película de ritmo lento en apenas dos horas.

La historia de ‘Amour’ es de una belleza extrema, al tiempo que guarda una crudeza desagradable, a ratos bizarra. El amor eterno de una vieja y un viejo, tan simple y tan profundo. Tan manido como original. Tan real, tan perfecto.

Emmanuelle Riva, la actriz cooprotagonista se muere, y parece que lo hace de veras. Borda su papel en una película cuya crudeza y ritmo quizás puedan alejarla de los Oscars. Pocos peros se le pueden poner a ‘Amour’. Una película de amor en la que no contemplará ningún beso ni escuchará ningún «te quiero». Una obra de arte.

Véanla hoy a las 22:30, el viernes a las 19:45 o el sábado a las 22:30 en el Cine Avenida.