José Mourinho es un tipo sobradamente odiado. Lo odia casi toda la afición al fútbol ajena al Real Madrid y, últimamente, también lo repudia gran parte del madridismo. Pero no nos equivoquemos, no es él el auténtico problema del club más rico del planeta. El portugués es un personaje más de esta farsa que es el mundo del fútbol, creado con la ayuda de la prensa y de sus propios clubes. Un personaje que da portadas, y las portadas venden periódicos. Periódicos en los que sale rodeado de patrocinadores del club. Por tanto, mucha gente se beneficia económicamente de su imagen.
El problema del Real Madrid es de estructura, no de coyuntura. Desde la última Liga de Campeones, han pasado diez entrenadores por el banquillo, y ninguno ha logrado siquiera alcanzar una final internacional (insisto, el club más rico del mundo). La solución, y queda claro, no es la destitución del portugués. Básicamente porque sin él el Madrid pedería imagen de marca y, por lo que puede deducirse de sus acciones, vender imagen de marca es precisamente la filosofía del club, al menos en los últimos años.
El Real Madrid se ha gastado más de mil millones de euros en fichajes desde su último título internacional. Sin embargo, muy pocos han cuajado (sólo Sergio Ramos, Pepe e Higuaín han permanecido más de cinco años como titulares). Atrás quedan los fracasos de Robinho, Baptista, Robben, Sneijder, Huntelaar, etc. Todos los años hay un fichaje estrella, una mercancía cuyo fin principal es la venta de merchandising (camisetas, publicidad, atracción de patrocinadores, ganar dinero en general). Al club no parece importarle mucho el rendimiento deportivo del crack de turno, sólo su rendimiento económico. Y así, es muy difícil.
Un equipo con tal rotación de jugadores (sólo once llevan más de tres años en el club; en el Barcelona son casi veinte), insuflado a base de millones, es difícil que mantenga una trayectoria de éxito. Más aún si la filosofía de los equipos de la competencia (Bayern, Manchester, Barcelona) es distinta. Prueba de ello es que cuando esta competencia sigue la lógica del «mercado por encima de todo» también se ve perjudicada (me remito a los Ibrahimovic, Alexis Sánchez, Villa o Chygrynskiy, que no han triunfado en el Barça pese a sus millonarios fichajes).
Pero es obvio que para que la multinacional funcione tiene que haber nombres de múltiples nacionalidades en el plantel. La marca española, por lo visto, no funciona (hablando a nivel económico siempre). De esta forma, al club no le interesaron nunca los Soldado, Negredo (máximos goleadores españoles de la Liga actual), Jurado, Granero o Javi García, que formaban parte del Real Madrid Castilla en la 2006/2007, y que quizás podrían haber dado más gloria al equipo que los Drenthe, Gago o Adebayor, posteriores. Como mucho, se ha aceptado la repesca, perdiendo dinero siempre (Negredo, Diego López, Callejón, Arbeloa). Curiosamente, en la plantilla del último título internacional del Madrid había hasta 17 futbolistas españoles (muchos de la cantera).
Teniendo en cuenta este modelo deportivo seguido por el Real Madrid, se antoja fácil predecir que, tras la marcha de Mourinho, llegarán otros entrenadores, y otros jugadores, pero los títulos seguirán escaseando. La solución, por tanto, no es la marcha del portugués.